la escritura del dios

"Que muera conmigo el misterio que está escrito en los trigres. Quien ha entrevisto el universo, quien ha entrevisto los ardientes designios del universo, no puede pensar en un hombre, en sus triviales dichas o desventuras, aunque ese hombre sea él"

miércoles, 25 de marzo de 2009

Caníbales

Cuando llegué hasta la sierra, hasta ese lugar de Colombia en donde se perdieron pera siempre sus ruinas - ella: mujer de mis sueños –, noté que la hormiga, la mosca, la larva, la selva, el lobo y el mico, la mariposa y el cielo ya se habían comido sus ojos, seguramente los labios, la boca. La belleza; pensé: ¿Dónde estará hoy su belleza de antes? ¿Dónde? Pensé pero no dije nada.

Su madre gritaba; gruñía mejor. Entonces creí que el dolor y la pena, que la ausencia sucinta de voz, ya le habían preparado, señora longeva y de alma dormida, para lograr enfrentar de manera mejor la afrenta del trágico sino, ¿acaso no el asunto primero del tiempo también?, ojala con cierto decoro, ojala con algo de entereza y cordura.

Igual, todo allí estuvo presupuestado en las prácticas. La búsqueda de la actriz, y de los demás pasajeros, debía concluir con el ahogo y el llanto, puntualmente con la madre anestesiada para siempre. Pensé: “El fin es un asunto perenne”. Pensé, pero no dije nada.La noticia voló como pólvora. Los noticieros de televisión y los periódicos ventilaron el tema todos los días, todos los días por un par de semanas. “El avión y la estrella fueron hallados; no hubo sobrevivientes” fue así el titular del diario el día de ayer…

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