la escritura del dios

"Que muera conmigo el misterio que está escrito en los trigres. Quien ha entrevisto el universo, quien ha entrevisto los ardientes designios del universo, no puede pensar en un hombre, en sus triviales dichas o desventuras, aunque ese hombre sea él"

viernes, 5 de junio de 2009

Danna y la paloma

La paloma era como la paloma, dije: ¡herida!; pero qué va, pues la herida le sangraba del ala derecha hacia las patas. Y no vivió mucho el animal. ¿Animal quién?, me preguntó. Porque ya el bodoque puntiagudo de papel le había desinflado el alma y el deseo de volar. ¿Tienen alma las palomas?


Danna lloraba por su mala suerte.

- ¡Qué suerte la mía matar una paloma!

Y el sol le quemaba la cara lisa de niña de seis años. Lisa, transparente, y sin arrugas; era así su primer asesinato. ¿Asesinato o cacería? Y el sol le quemaba la cara sin clemencia. ¡La clemencia del sol es fiel nada más con las palomas!

- ¡Qué suerte la mía matar una paloma!

Danna lloraba por su mala suerte.

- ¡Qué suerte la mía matar una paloma!


Pues la idea de los niños era matar al sapo y dejar libre a la paloma.

Y ahora libre volaba la paloma. Libre e invisible para Danna.

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