Sobre la sombra del árbol está el árbol que la provoca. Y arriba, en su copa, cayendo, habita el cerezo. La flor del cerezo que es a la vez la rama, el tallo, la hormiga, el nido, la madera, el gusano. Y debajo, adentro, se extiende, se bifurca, la raíz que sólo a los muertos hambreados antoja. Mientras el viento pasa invisible surcando la hoja, meciendo los vericuetos del tiempo, trayendo diminutos recuerdos, pensamientos de ola. ¡Mira que increíble es la forma de espejismo que por aquí toman las cosas! Y así es como me rindo ante la mínima herida del pasto, ante el saludo y el milagro de la paloma, ante el llanto del día, ante el coqueteo de la flor cuando toma como suya a la abeja.
Iván, pocas veces me quedo con la boca semiabierta con un escrito, muy pocas veces, y esta es una de ellas. Fue un placer leer tu texto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Iván realmente fascinante el mensaje que produces en el texto, analizar las sesudas interpretaciones de la complejidad de la existencia es algo muy valiosos con la simplicidad de del juego entre la naturaleza, los animales y el ser humano. Saludos, Angelo.
ResponderEliminarDefinitivamente me gustó, muy poetico el parrafo.
ResponderEliminarMuy buena construcción sin embargo la imagen no es muy clara para mí...gracias
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